Esta semana vamos a analizar el ahorro que conseguimos entre la iluminación LED y la iluminación tradicional.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que el gasto de energía de los sistemas de iluminación tradicional es mayor que el de los LED porque gran parte de la energía generada se emite en forma de calor, en lugar de en forma de luz. Aunque los LED también emiten calor, ésta es menor y se emite por la parte posterior.
Como norma general el ahorro entre el uso de LED y lámparas incandescentes está entre un 80 y un 90 %, esta cifra varía porque depende del tipo de construcción del soporte donde se coloca el módulo LED y también del tipo de corriente con el que se trabaje. En el caso de bombillas de bajo consumo y fluorescentes el ahorro ronda el 60 %.
Cuando vamos a comparar dos tipos de iluminación debemos comparar su potencia lumínica o flujo luminoso, que es la cantidad de luz que genera una bombilla y que nuestros ojos son capaces de percibir y se mide en lúmenes. Como ejemplo podemos seguir esta tabla orientativa, donde comparamos los vatios (W) con la potencia lumínica:
Lo que siempre debemos tener en cuenta a la hora de sustituir la iluminación de una zona es el número de horas que ésta se utiliza.
Por ejemplo, la iluminación exterior de una casa, que permanece encendida toda la noche o gran parte de ella. La iluminación de un comercio, que está activa toda la jornada. En estos casos, veremos un ahorro en nuestra factura rápidamente.
Sin embargo, en zonas de poco tránsito, por ejemplo pasillos, que sólo se iluminen cuando pasamos, el interior de armarios, trasteros; el ahorro apenas lo veremos repercutido en nuestra factura en un corto periodo de tiempo.
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